SUEÑO CUMPLIDO

Se despertó sobresaltada por el sonido del despertador. Era perezosa por naturaleza y siempre le molestaba el dichoso sonido pero esta vez más que nunca, porque estaba disfrutando de algo que no tenía hacía tiempo, UN SUEÑO ERÓTICO!!. Había sido tan intenso y real que casi podía notar las caricias recién depositadas en su piel.

Pensó divertida que podría ser su fantasía sexual, ¿lo habría leído en algún lado, visto en alguna peli? Daba igual, lo importante es que ya tenía una fantasía sexual pendiente de realizar!!. En el sueño, ella era dependienta de una tienda de lencería, era verano y hacía calor, la tienda estaba vacía, colocaba los últimos modelos de tangas que habían llegado esa mañana cuando notó que alguien entraba. Se dio la vuelta y ahí estaba él, con su sonrisa encantadora, apuesto y extrovertido. Le dijo que quería un conjunto sexy para alguien que había conocido recientemente y bajando la mirada descaradamente hacia su escote añadió que estaba un poco perdido con las tallas, ella siguiéndole el juego le preguntó que si le parecía que “ésa” era su talla, la sonrisa de él hizo que sus piernas temblasen como una hoja pero se mantuvo firme. Le dijo que a simple vista era difícil adivinar, que necesitaría vérselo puesto,quizá si pudiera tocar se podría hacer una idea… Ella rió de buena gana y le dijo: “tengo una idea, ven conmigo al almacén, te enseñaré como queda puesto, pero con una condición, se ve pero no se toca”.

El notó como su cuerpo se ponía tenso, no podía creer que tuviera tanta suerte. Desde que la vio detrás del mostrador le había parecido preciosa, sus ojos oscuros y su boca sensual le había hecho quedarse en blanco por un momento. Ya en el almacén le indicó un sillón para sentarse, “desde aquí lo verás mejor, y recuerda, se ve pero no se toca” acto seguido desapareció detrás de una cortina y en un par de minutos que a él le parecieron horas apareció con el conjunto que había elegido, era de color fucsia y negro, el sujetador realzaba su talla 95 de pecho y la tanguita apenas ocultaba un triángulo minúsculo de su piel. Notó la presión en sus vaqueros mientras ella se acercaba despacio e insinuante, se sorprendió al notar esas manos delicadas y femeninas desabrochando uno a uno los botones de su pantalón mientras se colocaba a horcajadas en sus piernas, susurrándole al oído le dijo: “ahora sí… puedes tocar”. Él no se hizo esperar, acarició su piel, besando su ombligo, su vientre, apartó su tanga, la cogió por las caderas y se hundió en ella explorando cada cm de su interior, mordiendo sus labios mientras comenzaban un baile acompasado que no tardó en llevarlos al clímax. Sus cuerpos quedaron rendidos, exhaustos… después de unos minutos ella se levantó, poniendo excusas, diciendo que eso no tenía que haber ocurrido y en ese momento sonó el despertador. Lástima!! No podría contar a sus amigas como acababa la historia, pensaba mientras conducía hasta su trabajo.

Al salir del coche la media se le enganchó: “mierda!! Tendré que comprar otras”, no podía presentarse de esa guisa en la reunión. Anduvo la calle hacia delante con paso acelerado, sino se daba prisa llegaría tarde, de pronto la vio en la acera de enfrente, era una lencería pequeña con el frontal de cristal. Cruzó la acera y entró apresuradamente, al dirigirse al mostrador se quedó sin habla…. Allí estaba él, con su sonrisa encantadora, apuesto, extrovertido…

“No hay amor sin instinto sexual. El amor usa de ese instinto como de una fuerza brutal, como el bergantín usa el viento”

José Ortega y Gasset