Imagen de Silver
El manto azul de la noche caía inexorable sobre el naranja del ocaso a velocidad de vértigo. Cómo si una bandada de pájaros se hubiera puesto de acuerdo para extender ese manto más aprisa, ayudando a la noche a cubrir de estrellas ese pequeño pueblo a las afueras de la ciudad.
A ella le gustaba observar el atardecer desde la ventana en los fríos días invernales, en cambio, cuando llegaba la primavera, prefería ir a la laguna porque sus aguas se volvían rosas o naranjas a la caída de la tarde, era el regalo de despedida que el día le hacía a sus pupilas y el espectáculo era tan alucinante que siempre conseguía sobrecogerla.
Hoy sentía nostalgia..... apoyada su frente en el cristal de la ventana observaba como la naturaleza seguía su curso, la noche sucedía al día y después el día sucedería a la noche con la precisión de un reloj suizo, como un latido ajeno a los ritmos de los corazones que intentaban acoplarse a ese gran latido. Esos corazones que sentían cómo el tiempo se les iba entre los dedos sin estar seguros de no estar perdiéndolo por el camino.
Y sintió frío, y supo que el frío no provenía del cristal de la ventana, era su alma la que lo sentía. Ese frío desolador que deja la ausencia era el que gobernaba sus estancias y provocaba un terrible eco en su interior. Solo había una pequeña llama roja que iluminaba esa desolación, su corazón aún seguía generando calor a duras penas, pero resistiría, sería el faro que iluminara el camino al Amor cuando decidiese volver a invadirla con la fuerza con la que había vivido siempre en su interior.
"El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla, aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra NUNCA"